EL ENSAYO Flores en tu pelo, pétalos blancos entre brisas doradas. El día va cambiando de color como una rasgo cristalino de paz. Subo a la colina para escucharte declamar versos lisos y suaves, escritos en algún horizonte lejano. Entonces, el atardecer anaranjado sesga tu poema, y tu presencia vuelve en sí con un halo de difusa ensoñación. Juan J. Ramírez
En la obra épica “La Eneida” (Virgilio, Italia), el poeta usó un estilo de narración muy instaurado en los escritores de las cultura clásica grecolatina.
Consistía en que el autor invocaba a una musa, deidad que era adalid de algún arte o sentimiento, para que le revelara las aventuras y vicisitudes de algún héroe.
De esta forma, aunque el autor era el narrador literal, el lector tenía la sensación de que el poeta tan sólo repetía las palabras de la diosa. Este hecho le confería a las obras una mayor solemnidad.

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LA POESÍA ME ENSEÑÓ A MULTIPLICAR
Ahora nos parece tan elemental el hecho de saber leer y escribir, pero durante mucho siglos fueron unos conocimientos que la gran mayoría no tenía la posibilidad de adquirir.
Por eso, una de las formas más practicadas para difundir la cultura popular siempre fue la recitación. Recordemos que en la Edad Antigua las grandes epopeyas, dramas o comedias que entretenían y educaban al pueblo estaban escritas en verso.
Más adelante los juglares y trovadores nómadas despertaban la curiosidad de la gente con sus leyendas declamadas.
Incluso el primer teatro de masas se compuso en verso usando rimas con mucha sonoridad para encandilar al público.
Por otro lado, esa cualidad de pegadiza sonoridad que tiene la poesía ofrece otra gran ventaja aparte de la de cautivar al oyente: también nos sirve para que recordemos con más facilidad un mensaje.
De esta manera, quién de niño no se ha aprendido una fórmula de física rimándola con algo, los ríos y montañas canturreándolas, o más aún, las tediosas tablas de multiplicar repitiéndolas a modo de tonadillas.
Por tanto, la poesía fue el primer género literario que usó la humanidad para amplificar la sabiduría; y también un método de aprendizaje muy eficaz.
Quizá por ello todos los poetas pretendan, al igual que Pablo Neruda dijo de Federico García Lorca, ser un “multiplicador de la belleza.”
Juan J. Ramírez